Ante todo me gustaría agradecerles por haber venido hoy, en este importante momento.
Para mí, un libro nunca está completo si no está el lector metido entre sus páginas. Los libros sin lectores son como almas exiliadas que no mueren, pero que olvidan. Es horrible cuando una página ha envejecido sin ser hojeada, o cuando un libro se rompe al abrirse debido a que no se abrió en mucho tiempo. El libro prueba su existencia a través del lector, por lo que esta novela, Sibelle para Benjamín, apenas comienza a cobrar vida.